LA IMPUGNACIÓN DE LIMA
Cuando se crearon las universidades de San Ignacio en el Cuzco y de San Francisco Xavier en Chuquisaca, se produjo la reacción inmediata en la Universidad de San Marcos de Lima, sintiendo que se dañaban sus derechos y prerrogativas como la única universidad para el Perú, envió una representación ante el Consejo de Indias solicitando la anulación de las cédulas de erección de dichas universidades. Esta instancia emitió una cédula atendiendo favorablemente la petición limeña, declarando fuera de derecho las nuevas fundaciones. Los delegados de San Marcos, de regreso a la ciudad de los Virreyes lograron la ratificación del Consejo de Indias con una provisión del Virrey de Lima don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. (1612-1621). (12)
Diversos oficios enviados desde Lima llegaron a La Plata, intentando hacer que la Audiencia de Charcas aplicará las determinaciones de Madrid y de Lima anulando la erección de la Universidad de San Francisco Xavier. El Oidor de turno, dispuso el “traslado” de la causa.
Luego la misma Audiencia declaró, en uso de sus prerrogativas, causa en litigio y, de esa manera, las célebres cédula y provisión no pudieron aplicarse.
La Audiencia se pronunció en un Auto, al considerar que la causa fue asumida en favor de la Universidad de San Francisco Xavier, por el Cabildo Catedralicio y el Cabildo Secular de la ciudad, por los cabildos seculares de Potosí, de La Paz, de Oruro y de otras ciudades. La causa volvió a remitirse al Consejo de Indias para que fuese revisada con serenidad.
La respuesta de la Corte de Madrid fue favorable para las nuevas universidades, conforme a la Bula del Papa Gregorio XV, que había concedido la gracia de dar grados, ygracias a los jesuitas de Roma por diez años, ésta fue ratificada en una Bula del Papa Urbano VIII a perpetuidad.
Gracias a las gestiones que realizó el padre Procurador de la Provincia del Perú en Madrid, el padre Cristóbal García Yáñez a nombre del padre Provincial Juan Frías de Herrán, del Arzobispo de La Plata, de los obispos sufragáneos, de los cabildos seculares y eclesiásticos, de las autoridades y de la nobleza de las ciudades de la Audiencia de Charcas (las que eran favorecidas con la fundación) lograron que el propio Rey Felipe IV ordenara el cumplimiento de las cédulas antiguas.
Los brillantes inicios.
Los informes de los superiores de la Compañía de Jesús, reconocieron la excelencia de los estudios de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca y el “lucimiento” en los actos académicos, es el otorgamiento de grado no tenían nada que envidiar a los celebrados en la Universidad de San Marcos de Lima o de cualquier universidad de España.
El 29 de Julio de 1679, se realizó la solemne incorporación al claustro de la Universidad de San Francisco Xavier del nuevo Arzobispo de La Plata don Cristóbal de Castilla y Zamora, antiguo Inquisidor en Lima y recién Obispo de Guamanga, ciudad en la que había dejado fundada la Universidad de San Cristóbal.
En 1681, atendiendo a las necesidades del Tribunal de la Audiencia, el arzobispo don Cristóbal de Castilla y Zamora, en calidad de Cancelario de la Universidad, tomó la iniciativa de fundar a su costa, tres nuevas cátedras, dos de Cánones (de Prima y de Vísperas) y una de Instituta.
A los padres de la Compañía se les presentó una encrucijada de jurisdicciones y obediencias. Hicieron sus representaciones y explicaron sus dudas. Fundamentaron que ellos gobernaban la Universidad con autonomía disponiendo de las cátedras, con una función netamente eclesiástica, atendiendo a las bulas y Cédulas de la fundación de la Universidad.
Alegaron que con las nuevas Facultades de Derecho se presentarían otras dificultades, en las cátedras con maestros seglares, sobre los que el Rector no tendría autoridad. Se hizo la consulta a Roma y luego de recibir Bulas y Cedulas de confirmación quedaron todos en paz. El 26 de Septiembre de 1682 el padre Juan de Mora, Vicerrector, convocó a exámenes de oposición para las nuevas cátedras.
Este acontecimiento de apertura de ciencias seculares en la Universidad resulto un acierto a corto y mediano plazo. También fue una invitación para que acudan a Chuquisaca estudiantes provenientes de lugares bien remotos del Virreinato del Perú como las provincias de Tucumán y Río de La Plata.
El método jesuítico.
A partir de 1599, durante dos siglos, el código pedagógico de estudios, fue aplicado universalmente en la educación jesuítica, se regía por Ratio Studiorum. Este sistema educativo estipulaba el orden de las disciplinas, materias, reglas administrativas, el rol de autoridades y docentes, los usos y costumbres, premios y castigos, tiempos de estudios, descansos y vacaciones, los autores, etc.
La pedagogía jesuítica se caracterizó por su dinamismo en las pre lecturas, resúmenes, la base de los estudios estuvo en la gramática y las humanidades, que se nutrían en los autores clásicos greco-romanos. En el campo de la filosofía y la teología, la doctrina oficial, era la escolástica de raíz aristotélica y tomista, desde la vigorosa lectura de los textos del padre Francisco Suárez, complementada con las de los padres Juan de Mariana, el padre Luís de Molina, padre Juan Maldonado y otros pensadores de la Compañía de Jesús.
De esa manera, se estimuló a los estudiantes el dominio de la materia, la discusión, la destreza en el uso de la lógica, la capacidad de articular el discurso.
La base de los estudios estuvo en la gramática y las humanidades que se nutrían de textos de autores clásicos greco-romanos.
Estos fundamentos escolásticos unidos al método dinámico de la Ratio dieron lugar a una auténtica práctica filosófica en los estudiantes.
Las situaciones del mundo colonial y los contextos históricos confrontados con algunos elementos teóricos de la escolástica (derecho de resistencia al tirano, derecho de conquista, la necesidad de obedecer las leyes, la nulidad de leyes injustas, la soberanía del pueblo, las formas de gobierno...) plantearon cuestionamientos que fueron resueltos por aquellos espíritus inquietos con una creatividad, y un ímpetu que dieron lugar a mantener opiniones que condujeron a cuestionar la legitimidad de la presencia colonial española en América.
Producción intelectual.
La historiografía boliviana lamenta y lamentará siempre la pérdida de los archivos de la Universidad y del Cabildo de Chuquisaca, quemados por la soldadesca de las fuerzas de Belzu; el 6 de diciembre de 1848, después de su victoria sobre la fuerzas de Velasco en la batalla de Yamparáes, se alojaron en el edificio que entonces fungía como Palacio Legislativo, antes Universidad, y hoy Casa de la Libertad. Se supone que desaparecieron los testimonios de la actividad intelectual de las personas que pasaron por las aulas de San Francisco Xavier. (13)
Sin embargo es posible seguir el rastro de la producción de algunos
personajes miembros de la Compañía de Jesús, el padre Diego de Torres Rubio, quién regentó la cátedra de Lengua durante cuarenta años, se conocen sus gramáticas, vocabularios y artes de las lenguas Quechua, Aimara y Guaraní , la forma hablada por los chiriguanos
Consolidación de la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca
Aunque la Universidad de Charcas, La Plata o Chuquisaca, contó con Real Cédula fundacional posterior a las universidades de Santo Domingo, Lima México y Córdoba, la disposición real no se ejecutó de manera inmediata. Fue en el siglo XVII cuando Charcas logró ser sede de una institución superior de una manera efectiva y real. Con anterioridad habían sido realizadas otras peticiones a la corona, tanto desde la sede arzobispal como de la real audiencia. Los jesuitas habían fundado un colegio en 1621. Su funcionamiento oficial data de 1623 constituye el cimiento de la erección universitaria, que llevo adelante el padre Luis de Santillán.
Otra fuente para el estudio de la Universidad de Charcas fue la real resolución de Carlos III, de 15 de febrero de 1785, por la que se otorgó a la Universidad todos los honores y privilegios concedidos a la de Salamanca” (14).
Igualmente es interesante realizar el análisis, en la obra Salmantica docet. En esa obra se deja claramente reflejada la influencia de la institución salmantina en su homóloga de Charcas.
Los teólogos y filósofos de San Francisco Xavier se formaron lejos de las corrientes filosóficas universales que aquel tiempo era estudiadas y discutidas en importantes centros académicos europeos. Los estudiantes universitarios de Charcas desconocían, los sistemas filosóficos surgidos como consecuencia del gran movimiento cultural e intelectual del Renacimiento.
Su filiación al tomismo les impedía compenetrarse con los postulados
de Descartes, Hobbes, Espinoza y Leibniz. Renunciaron a los conceptos establecidos en el Discurso del Método y otras obras de importancia fundamental.
A esta concepción del mundo, que sostuvo la razón como un don divino, los jesuitas le agregaron un componente ideológico que entonces vivía la sociedad humana.
El tomismo jesuítico actuó como arma ideológica contra el protestantismo luterano, y, por otro lado, pretendió ser una respuesta a todas las inquietudes religiosas, culturales y políticas que estaban madurando al abrigo de la Reforma. Precisamente, las doctrinas filosóficas fueron las que enseñaron en las aulas universitarias de San Francisco Xavier, maestros que merecieron el reconocimiento de la sociedad colonial, por su empeño religioso y brillo intelectual.
La Universidad San Francisco Xavier formadora de una elite
revolucionaria.
Al hablar del Alto Perú y su importancia en la libertad e independencia
de nuestra patria, es de alusión obligada la Universidad San Francisco Xavier, institución que formo algunos de los hombres que participaron en el proceso de independencia.
Conviene mencionar, que en los territorios del Virreinato del Río de la Plata existía la Universidad de Córdoba la más antigua, su trascendencia desde punto de vista académico y curricular, fue menor, por cuanto en ella, sólo se impartían disciplinas relacionadas con la Teología y las Artes, mientras que en Chuquisaca se inauguró la Facultad de Leyes, que fue la que más atrajo a los estudiantes del Río de la Plata y del Alto Perú.
La universidad charquina gozó de gran influencia, por cuanto Chuquisaca, también fue sede la Real Audiencia y el Arzobispado. A este último se subordinaron los obispados de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, Asunción, Tucumán y Buenos Aires, mientras la jurisdicción de la Real Audiencia se extendió de uno a océano, desde el desierto de Atacama hasta el estuario del Plata.
No debe olvidarse, que el prestigio de esta Universidad, atrajo letrados provenientes de distintos lugares de América, muchos de ellos egresados de los colegios San Carlos de Buenos Aires o Montserrat de Córdoba; ciudad donde no se cursaba jurisprudencia, ni se otorgaban grados de facultad seglar. Los jóvenes elegían a Charcas por su prestigio y por la ventaja de obtener un título doctoral
Fue tal su fama, que el general Miller, un viajero coetáneo de aquella época la llamó “la Oxford de América”.
En sus claustros universitarios estudiaron Mariano Moreno, Bernardo Monteagudo, Juan José Castelli, por nombrar sólo algunos del grupo de personajes destacados en nuestra historia.
Sus ideas de libertad, que abrazaron con entusiasmo, estaban influidas por los neo escolásticos hispánicos como Francisco de Vitoria, Juan de Mariana, Luis de Molina, Domingo de Soto, Bartolomé de Carranza, Diego de Covarrubias, Eliscueta otros, y principalmente, por el jesuita Francisco Suárez. En su época este prominente ignaciano sostuvo una célebre e influyente polémica, con el rey Jacobo I, de Escocia e Inglaterra; en un escrito, el padre Suarez sostenía que el poder de los reyes no era una delegación divina, y por lo tanto, debían responder de sus actos, ante sus súbditos. La conclusión práctica de tal doctrina fue la inexistencia del derecho para cuestionar el poder de los monarcas, por más tiránico o inepto que fuese su comportamiento. Al respecto, Francisco Suárez, a comienzos del siglo XVII, fue profesor en las universidades de Salamanca y Coímbra, enseñó que:
“…el poder no pasa de Dios a gobernantes si no es por intermedio
del pueblo. Es éste quien, siendo depositario del poder, lo entrega o
transmite a los hombres que han de gobernar al Estado en un suerte de “contrato” que establece que si esos gobernantes no cumplen su función de ser gerentes del bien común y se transforman en tiranos,
el pueblo tiene derecho a levantarse en contra de ellos para deponerlos, y de reasumir el poder para darlo a otros gobernantes capaces de cumplir su función acertadamente” (15)
En aquel tiempo, estas ideas constituían un germen peligrosamente insurreccional, lo que determinó que el rey Carlos III decidiera la expulsión de los jesuitas de las tierras americanas. Cornelio Saavedra le negó su apoyo al virrey Cisneros, dejando en claro que el movimiento libertario es inevitable, utilizando un argumento marcadamente suareciano:
“…y no quede duda a Vuestra Excelencia que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”. (15)
Al calor de estas ideas del siglo XVIII, el pensamiento ilustrado que
penetró con fuerza en las aulas de Chuquisaca, tanto en su versión hispana, según la mentalidad de Feijoo o Jovellanos, por su procedencia francesa, en el que predominó el criticismo racionalista, en especial Diderot y Rousseau.
Inspirados en estas ideas, los alumnos realizaron juntas secretas a las que concurría un grupo de iniciados para “fraternizar entre sí, con el vínculo de la más perfecta unidad de ideas y sentimientos contra la Metrópolis”..(16)
Entonces, tal como hemos afirmado la Revolución iniciada el 25 de mayo de 1809, en la Ciudad de La Plata, sede de la Audiencia de Charcas, tuvo como epicentro la Universidad de San Francisco Xavier, por cuanto sus protagonistas, fueron alumnos prominentes, como Jaime Zudáñez, los hermanos Joaquín y Manuel Lemoine, Bernardo Monteagudo, José Mariano Serrano, Mariano Moreno, Juan José Castelli y otros jóvenes venidos de Buenos Aires, Cuzco, Córdoba y Lima, quienes decidieron estudiar abogacía en Chuquisaca, uno de los centros más calificado del continente, la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Xavier, cuyo prestigio, fue una de las mejores de Hispanoamérica.(16)
El periodo jesuítico de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca.
A fines del siglo XVI, la ciudad de La Plata, otrora villa cuatro veces heroica y leal, la amante de las causas justas, se preció de ser madre de otras ciudades, la sede de un inmenso Obispado, y una Audiencia con jurisdicción de océano a océano. Con motivo de la llegada de los miembros de la Compañía de Jesús, una orden nacida con el ímpetu de las utopías humanistas del Renacimiento, presentó en el seno de los ministerios apostólicos, la novedad del humanismo.
La Compañía de Jesús, no había planteado inicialmente el sostenimiento
de centros educativos, en aquellos tiempos que era casi inexistente la educación pública, poco a poco, fue adquiriendo el monopolio de la educación.
El diseño de los fundadores (San Ignacio y sus compañeros) quisieron dedicarse al apostolado, los ejercicios espirituales, la predicación, la catequesis, la resolución de conflictos, la práctica sacramental y las obras de misericordia. Sin embargo las circunstancias y las necesidades en varias poblaciones, empujaron a sus miembros a planificar su labor apostólica, en los términos de la educación impartida, desde la institucionalidad de los colegios.
En ellos, se descubrió una veta abierta y rica para despertar el desarrollo de todas las posibilidades humanas, en la educación de la juventud. De esa manera se creó un nuevo proyecto pedagógico, que se plasmó en la Ratio Studiorum.
“Los jesuitas, apegados a su ideal pedagógico definido en la Ratio Studiorum, enlazaban, simultáneamente, instrucción y educación en la formación de un estilo y espíritu de vida; precisamente, en el proceso de enseñanza-aprendizaje cuyo objetivo conjugaba, a través del raciocinio lingüístico, conocimientos y valores, saber y ética, palabra y acción, cultura y buenos modales, a través del ejercicio de la persuasión por medio la Retórica. Todo aquello fue posible gracias al sistema administrativo de la Universidad, que fue ejemplo de la capacidad administrativa jesuítica. Sus miembros debieron tener una vida ejemplar, de austeridad y rectitud, celosos del cumplimiento de las normas jesuíticas, la cual daba garantía de respeto y obediencia, como acatamiento a la autoridad y, en suma, garantía de eficiencia en la gestión administrativa, así como en la misión espiritual y educativa la Orden de San Ignacio de Loyola”. (17)
Los municipios en Europa solicitaron la creación de planteles de la Compañía de Jesús, en cuyos estudios, aparte de la formación religiosa que ofrecieron profundizar en el humanismo de los autores clásicos, educaron el espíritu cívico. Esa fama de los jesuitas, determinó que en el Virreinato del Perú, los prelados, los cabildos y vecinos prominentes soliciten centros educativos bajo la dirección de la Compañía. Aunque la orden llegó a las Indias con la opción prioritaria de la evangelización a los indígenas, pudieron hacer compatibles sus labores pastorales y educativas en sectores urbanos.
La Compañía de Jesús en Charcas, con presencia de sus colegios en las principales ciudades, la Universidad en La Plata y sus misiones en Mojos y Chiquitos, constituyen una referencia ineludible a la hora de estudiar el proceso cultural y la evolución de las identidades, en lo que ahora constituye Bolivia. Se puede rastrear y descubrir, tanto en las culturas populares la marcada religiosidad, como la configuración ideológica de las élites, la honda huella de la labor educativa y pastoral de los jesuitas. Las aulas de los colegios y de la Universidad formaron a los individuos –y grupos- que ejercieron un liderazgo intelectual y político.
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(12) La Universidad de Lima, hace “mercurio alado” o de “Saulo que va a Damasco”, en medio de gran concurso de gente se presenta ante la Audiencia y lee la provisión del Virrey ante el Oidor semanero, Lic. Antonio Fernández Montiel. Este, sereno pronuncia: “Traslado”, que supone el paso a pleito, el cual duró un año. Ni la cédula del Concejo de indias ni la provisión del Virrey se ejecutan inmediatamente.
(13) Dubravcic L Antonio; Villa Urioste Sergio, “Destrucción de manuscritos archivados en la Casa de la Libertad citado en http://www.portalchuquisaca.8m.com/novedades/articulo3.htm
(14) González Rodríguez, María de la Paz La Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca (Alto Perú). Bibliografía crítica y estado de la cuestión. Estudios de historia social y económica de América - Número 11, 1994 Universidad de Alcalá de Henares. Servicio de Publicaciones
(15) Chuquisaca, el fermento revolucionario www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi99/guerrasincuartel/.../chuquisaca.htm
(16) Abecia V. Ibídem
(17) Samudio O.E.. “El imaginario jesuítico en la Mérida colonial y republicana”