lunes, 4 de enero de 2016

EPIDEMIAS EN BOLIVIA

EPIDEMIAS DURANTE LOS SIGLOS  XVI - XX
Dr. Antonio Dubravcic
GENERALIDADES.- La casi totalidad  de las enfermedades infecto-contagiosas, se han presentado en el territorio que hoy ocupa Bolivia, tanto durante la época de la Colonia, como en la República. La variedad de climas, desde el tropical hasta el polar, su diversidad topográfica territorial: sus altas montañas, y la profundidad de sus valles; su mediterraneidad, rodeada de varios países con una patología muy variada, hacen de Bolivia, un país dotado de condiciones adecuadas para la propagación de las enfermedades.
Varias enfermedades infecciosas y contagiosas dejaron sus secuelas en la historia de los bolivianos. Los incas, indígenas y colonizadores españoles padecieron y sobrevivieron a epidemias que surgieron o llegaron al país. Es poca la información que se tiene sobre la mortandad que causó cada una de ellas, pero asolaron sin piedad. Los antiguos quechuas no pudieron expandir su territorio a los Yungas a causa de la malaria. Durante la Guerra del Chaco, este mismo flagelo diezmó las tropas. La sabiduría indígena y, posteriormente, las medidas de los Gobiernos ayudaron a combatir las epidemias.
Las epidemias no sólo se llevaron miles de vidas en Bolivia, sino que mermaron poblaciones, aumentaron la mortandad de los soldados en las guerras y frenaron el avance, por un tiempo, de los conquistadores que no pudieron incursionar en ciertas regiones del país.
Los historiadores que intentaron conocer las huellas que las epidemias dejaron en Bolivia no siempre coinciden con el origen de algunos males, pero muchos atribuyen el surgimiento de éstos a la llegada de los europeos.
De la época prehispánica se tienen vagas referencias, ya que los nombres de las enfermedades que atacaban a los pobladores eran diferentes de los que utilizaban los españoles y sólo pudieron ser identificadas siglos después, cuando los expertos optaron por comparar los síntomas.
Algunos registros señalan fechas aproximadas de los surgimientos de epidemias (problemas que atacan a muchos), pero no mencionan cifras de afectados, aunque calificaron sus consecuencias como devastadoras. Uno de esos casos es el de la tuberculosis, que durante la explotación de las minas, en la Colonia, se llevó miles de vidas.

Desde el incario

La zona de los Yungas impidió el avance del inca Huayna Cápac y, luego, de los colonizadores de España. El Inca y los consquitadores, cuando intentaban entrar en la zona, veían cómo su gente enfermaba repentinamente con un mal que empezaba con fiebres muy altas, escalofríos y mucha sudoración. Los indios del lugar llamaban a este conjunto de síntomas chucchu, que más tarde sería identificado como malaria o paludismo. Así relata el libro de Historia de la salud en Bolivia, de varios autores.
El Inca buscaba más terrenos donde sembrar coca. Para evitar los efectos del desconocido mal, los yatiris hacían sacrificios para la Pachamama, que poco después les ofrecería una cura, la kara, el polvo de la corteza de la quina, de la cual se obtiene un medicamento capaz de detener la fiebre.
La cura funcionó y Huayna Cápac llegó hasta los llanos de Moxos, en Beni, según describe el médico investigador Humberto Saavedra.
Por otra parte, las crónicas de la conquista señalan que “en aquella tierra fértil campeaba el flagelo”, por lo que los españoles decidieron alejarse de los ríos y asentarse en lugares altos, así nacieron Coroico, Coriparta e Irupana, en los Yungas de La Paz.
En ese tiempo, la kara sólo era conocida por los indios. La muerte aún se apoderaba de los extranjeros. Para luchar contra ésta, los españoles llevaron a esa zona “piezas de ébano” (negros traídos de África), porque consideraron que podrían resistir el chucchu. Esto no ocurrió y la enfermedad continuó atacando.
Varios siglos después, en la década de 1920, en la población cochabambina de Mizque, llamada en ese entonces Villa de Taboada, la malaria casi mató a sus 30 mil habitantes. A finales de 1929, a la “ciudad de los quitasoles” (la gente usaba estos objetos a diario) le quedaron 750 paisanos.
En la República (siglo XIX), la quina salió a la luz y sus semillas fueron llevadas de inmediato a Holanda, donde la sembraron y le pusieron el nombre de Chinchona leggeriana.
El 4 de julio de 1826, el Mariscal Antonio José de Sucre dio la primera orden de protección de esa riqueza terapéutica al disponer que sólo los bolivianos tuvieran la posibilidad de explotarla. En 1837, el Gobierno prohibió su exportación. Isidoro Belzu decretó una orden similar en 1850, pero el imperialismo fue más fuerte y la medicina salió del país.
Aun así, el problema principal, la malaria, no se detuvo y más bien se expandió, en especial durante la Guerra del Chaco (1932- 1935). El brote fue desastroso y se calcula que el 70 por ciento de los soldados murió con paludismo y no como resultado del enfrentamiento bélico con Paraguay. No fue todo, los sobrevivientes que retornaron a sus hogares expandieron las fiebres y Bolivia llegó a un nivel de desastre nacional. En 1941 se atendieron 81 mil pacientes infectados, pero no existen registros del número de muertes.
Ésta no fue la única epidemia que acompañó al país desde el incario. Las investigaciones encontraron referencias a una infección en los ombligos de los recién nacidos, que los indígenas llamaban “mal de siete días”, hoy conocida como tétanos neonatal.
En la Colonia, debido a la gran cantidad de bebés enfermos, el 25 de mayo de 1795 fue dictada una real orden que obligaba a las parteras a usar un óleo conocido como aceite de canimar y bálsamo de copaiba, que debía ser untado en el ombligo de los neonatos.
En el siglo XX, el primer registro oficial de este tipo de tétanos data de 1928, cuando se evidenciaron casos en Uyuni y La Paz. Sin embargo, las cifras más precisas se anotaron en la década de 1970. Entonces, un estudio estableció que el 85 por ciento de los bebés padecía el tétanos neonatorum.
Otro problema que afectó masivamente a la gente fue bautizado por los incas como usunkallta y onccoyar, y que ahora se conoce como tuberculosis. Aunque algunos historiadores aseguran que esta enfermedad llegó al continente al comenzar la Colonia y era muy rara en el Tawantinsuyo, todos coinciden en que su presencia causaba estragos.
En el 1600 los casos se incrementaron con la explotación del Cerro Rico de Potosí, cuando la enfermedad fue bautizada como “mal de minas”. Para otros estudios se trata de la silicosis.
Las crónicas apuntan que los mitayos morían esqueletizados, con graves vómitos de sangre, sudoración copiosa, temperaturas altas y tos intensa.
Pero las discrepancias siguen. De acuerdo con la Historia de la salud, algunos investigadores consideran que el bacilo apareció en el país en 1880, cuando se observaron los primeros contagios de tuberculosis, en especial entre nativos.
La tuberculosis, al igual que el paludismo, se presentó con fuerza después del enfrentamiento en el chaco. El 23 de mayo de 1935 nació el Departamento Nacional de la Lucha Antituberculosa, que luego fue la Jefatura Nacional de Tuberculosis.
En 1942 se creó en Sucre el Laboratorio de Vacuna BCG, entregado luego al servicio público.
EPIDEMIAS DURANTE LOS SIGLOS  XVI - XX
 LA VIRUELA.- De acuerdo a las informaciones proporcionadas por varios autores, se puede afirmar que la viruela no se conocía en América. Fue un legado de la Vieja a la Nueva España. En 1525 se produjo una epidemia que ha decir del  cronista Cieza de León, fue de viruela,  que cobró unas doscientas mil víctimas, entre ellas el Inca Huayna  Kapac. Desde 1525, la viruela se presentó en las tierras de América del Sur, hasta hace unos pocos decenios, constituyéndose en un problema dominante de salud. Fray Mingo de la Concepción, relata que en los años de 1790-91, que los chiriguanos se acabaron del pueblo de Obay por el hambre y las viruelas. En 1621 el Gobernador de Santa Cruz, Nuño de Cueva refiere que la peste de 1620,  diezmó la población de esa ciudad. En los primeros años de la República -1861- se presentó una epidemia de alarmante gravedad que comprometía los departamentos de Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija. En 1888-1889, se presentó en la ciudad de Sucre, una epidemia que acabó con el 10% de la población. Por Ley de 21 de octubre de 1902, se encomienda al Instituto Médico Sucre, el Servicio Nacional de Vacunación, proporcionando a todos los municipios el fluido antivariólico. Durante 67 años esta Institución ha elaborado 23 millones de dosis de la vacuna. En l969 la Organización Mundial de la salud declaró erradicada la viruela de Bolivia.
FIEBRE AMARILLA.- La descripción de esta  enfermedad, despierta interés,  por que Bolivia fue el primer país que ha tenido casos típicos de Fiebre Amarilla  Selvática, en el mes de febrero de 1887, en la provincia Cordillera del Departamento de Santa Cruz, se presentó una grave y extraña enfermedad, que cobró numerosas vidas  y amenazaba extenderse a varias provincias chuquisaqueñas.
El Dr. Nicolás Ortíz, junto al Dr. José Camó Montobbio, diagnosticaron  Fiebre Amarilla en Abapo. La Revista del Instituto Médico "Sucre" el año 1932, N° 60 publicó el informe de los Drs. Ortiz y Camó, se trata de la identificación científica de la enfermedad, que se creía limitada a las ciudades. Ellos describieron la Fiebre Amarilla variedad Selvática, casi medio siglo antes de que esta forma fuera demostrada.
La Fiebre Amarilla era endémica en el oriente boliviano, confundiéndose unas veces con otras enfermedades, o provocando epidemias. En 1932, la Fundación Rockefeller, inició la campaña de profilaxis contra la Fiebre Amarilla y el Paludismo. En los años 1949-50 se presentó una epidemia que abarcó las tierras bajas del país, incluyendo Beni, Chuquisaca y Tarija. En 1991 se presentó una epidemia en Santa Cruz se registraron 83 casos, en Nor Yungas 15 casos y 3 en el Chapare con un elevado porcentaje de mortalidad.
 PALUDISMO Constituye tema de especulación el conocimiento de cómo el paludismo se estableció en el Nuevo Mundo. Es posible que el Plasmodium vivax y el P.Malarie fueran introducidos por las migraciones del sudeste asiático, mientras que el P. Falciparum tiene su origen a través de los esclavos africanos traídos por los españoles, gran parte del territorio boliviano ha tenido paludismo, no hay ningún departamento que se hubiera librado de  esta afección, hasta hace poco el Departamento de Oruro era la excepción, en la provincia Pantaleón Dalence, cabecera del río Santa Rosa se ha encontrado paludismo. En 1931 en la zona del oriente y sud este del país se presentó un "ambiente palúdico". Durante la Guerra del Chaco, no se habían tomado medidas profilácticas para evitar "la paludización" de los contingentes militares. En 1942 la "Fundación Rockefeller", tomo a su cargo la campaña profiláctica contra el paludismo, ha recolectado gran cantidad de mosquitos, tanto en la zona montañosa: localidad de Colcha  a 2.770 mts sobre el nivel del mar (línea férrea Cochabamba-Oruro) y en el oriente boliviano. En 1953 la "Fundación Rockeller" , concluyó su contrato con el Gobierno y se retiro del país. En l957 se organizó el Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria (SNEM), sustentando el concepto estratégico de tres fases: Encuesta, Ataque y Consolidación. Lamentablemente tres años después la situación epidemiológica del paludismo, desmejoraba en las áreas consolidadas A partir de 1979 se reinician los trabajos con el asesoramiento del la  OMP/OPS.

TUBERCULOSIS.- La tuberculosis en nuestro país es tan antigua, como en los otros; de esta enfermedad padecieron los miles de mitayos, internados en las profundidades de las minas, en ellos se conocido la enfermedad conocida por el "mal de mina". Según Balcazar la tuberculosis es muy antigua en Bolivia, por lo menos data de la época de la Colonia. Durante la Guerra del Chaco se ha producido un incremento en la incidencia debido a la desnutrición, el clima cálido, la fatiga, el hacinamiento, la suciedad, y el desgaste físico y nervioso. Jaime Mendoza habla de "La tuberculosis de Guerra", se produjo un estado epidémico  pasajero  durante la misma, posterior a ello se ha producido una declinación.
En la década de los 50, después de la Revolución Nacional de 1952, se produce un incremento, sobre todo en las zonas rurales, debido a las movilizaciones masivas de campesinos hacia las ciudades   
 ENFERMEDAD DE CHAGAS.- Este año se cumplen 91 años del descubrimiento por Carlos Chagas de la Trypanosomiasis Americana denominada Enfermedad de Chagas. En Bolivia han transcurrido 84 años desde que el brasilero Neiva señalara la existencia de vinchucas infestadas por Schizotrymanun Cruzi procedentes de la región sud del Departamento de Potosí. Ventemillas en l928 señalo la existencia de tripanosomas en vinchucas de los Yungas. Según el argentino Eduardo Mazza  (1937) la Enfermedad de Chagas existe inadvertida y difundida en todo el territorio boliviano. A pesar de tantas décadas de su identificación, esta enfermedad continúa siendo una realidad insoslayable en la morbi-mortalidad de la población. El problema de la Enfermedad de Chagas en Bolivia, tiene una magnitud y trascendencia muy bien determinadas, el control de la  infestación en las comunidades oscila entre el 75 al 80%, con la presencia masiva de Triatoma Infestan en los domicilios, la infección humana determinada por pruebas serológicas fue hasta de un 40%, el 55% del territorio boliviano es endémico. Se otorga a esta patología  el 29% de todas las defunciones en un grupo de hombres de  25 a 44 años, lo que determina un deterioro de la población económicamente activa al afectar  la capacidad laboral.

COLERA. Esta enfermedad era desconocida en Bolivia hasta el año 1886-87, cuando estuvo amenazada por una verdadera pandemia, que causo  grandes estragos en Argentina, Perú y Chile. El peligro inminente de propagación obligó al Gobierno a dictar medidas profilácticas enérgicas; se estableció  un cordón sanitario en las fronteras con Argentina, Perú y Chile, durante tres meses, fue necesario la intervención del Ejercito, para cumplir con esas disposiciones, grandes fueron los perjuicios sufridos en el país durante ese aislamiento.
Desde que el Cólera reapareció en la Región Andina en Enero de 1991 hasta diciembre de 1998, se notificaron 1.264.426 casos y 12.535 defunciones. En Bolivia en ese lapso de tiempo se presentaron 43.391 casos con 872 fallecidos. En el mes de noviembre de 1999 se presentaron en la ciudad del Alto 70 casos. (www.colera.htm)
El Cólera se ha demostrado que no afecta a un solo país aislado; los desplazamientos de la población, la migración en las fronteras, el aumento de los viajeros internacionales, los fenómenos climáticos (inundaciones), pueden hacer que los países próximos compartan también el riesgo de la enfermedad

Brotes mortales
A pesar de todo lo antes citado, los historiadores consideran que el peor flagelo durante la Colonia fue la viruela. Entre los indígenas esta enfermedad se llamaba muru onccoy y, aunque no hay datos sobre sus consecuencias, se sabe que hubo una epidemia en 1541.
Según crónicas de los jesuitas, en 1721 se produjo una “monstruosa epidemia” que impidió la evangelización de guaraníes y tobas en el chaco boliviano.
La enfermedad eruptiva causó muertes en 1588, 1719, 1721 y 1802. Hasta 1588 no se conoció que algún indio fuera víctima de esta plaga. Pero en 1719 pueblos enteros fueron devastados; entonces se creía que los negros diseminaban ese mal.
En Santa Cruz se reportó una epidemia en 1888, cuando enfermaron 3.815 personas, de las que murieron dos mil. En 1889 el virus alcanzó a 300 y fallecieron 194.
El primer presidente que se ocupó del problema fue Antonio José de Sucre. El mandatario publicó el 14 de junio de 1826 una orden de vacunación de todo niño. En 1904 perdieron la vida 1.834 habitantes de La Paz, un año después, el recuento subió a 2.048. En esa época, la urbe albergaba a 60 mil personas. Pero la primera campaña de vacunación tuvo que esperar hasta 1916.
Otra eruptiva que provocó daños en la Colonia fue el sarampión. En ese entonces se creía que era normal en los niños, pero luego las investigaciones demostraron que correspondía a la quinta causa de muerte.
Y la lista sigue. La fiebre amarilla está considerada como una de las peores. La crónica de Manuel Cornejo (1856) da cuenta de que un contagio iniciado en las costas occidentales llegó a las provincias Omasuyos, Muñecas y Larecaja y dejó unas 20 mil víctimas fatales.
En marzo de 1932 un brote acabó con 30 vecinos de Santa Cruz. Una década después el registro llegó a 33. En esta misma ciudad, a fines de 1949 y hasta abril de 1950, se registraron 1.652 casos y 467 defunciones. Aun así, la vacunación contra este mal inició en 1942.

Siglo XX
Ese mismo año un nuevo mal hizo su aparición: la poliomielitis. Veintiséis niños fueron sus víctimas en Beni (Trinidad, Riberalta, Guayaramerín, Santa Ana y Cachuela Esperanza).
Desde 1950 los médicos descubrieron poliomielitis paralítica en zonas marginales carentes de agua potable y alcantarillado.
En 1962, una masiva vacunación con la dosis oral trivalente “oroinmunr Lederle” intentó frenar la expansión del virus, que daña la complexión física de los enfermos. Los salubristas lograron inocular 47.411 dosis a pequeños de entre seis meses y ocho años de edad. Aplicaban dos dosis con un intervalo de 60 días.
Debido a un fuerte brote que se presentó en 1979 se puso en práctica el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI). Hasta entonces, la cobertura sólo alcanzaba al 17 por ciento de los infantes. Con el programa fue posible proteger al 30 por ciento de ese sector de la población, el más proclive al contagio.
Asimismo, el “garrotillo”, como se conocía a la difteria, surgió en la Colonia y era descrito como “una angina maligna, que causa la muerte por sofocación formándose extrañas membranas en la laringe”. El primer brote significativo se afincó en Tiwanaku en 1888.
Bolivia también soportó casos de infecciones venéreas, lepra o peste bubónica, pero sus consecuencias fueron menos devastadoras que el resto de las afecciones.

Normas para controlar las enfermedades

Desde los primeros años de la vida republicana, las autoridades trataron de normar la ejecución de los conocimientos médicos.
El Decreto de 9 de febrero de 1828 reglamentó el funcionamiento de los hospitales y creó la Junta de Sanidad Pública.
El Decreto de 6 de abril de 1830, modificado por el decreto reglamentario del 24 de enero de 1834, dispuso velar por la higiene pública y emitió protocolos para describir las epidemias y enfermedades endémicas predominantes en Bolivia, entre otras medidas.
El Gobierno del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, se preocupó por el estado sanitario nacional e hizo traer costras de vacuna antivariolosa de Arequipa (Perú). El mandatario instruyó la inoculación obligatoria de la tropa y la población civil.
Sucre publicó instrucciones para controlar la malaria en Mizque (Cochabamba), redistribuyó los diezmos de los conventos a los nosocomios y construyó el primer hotel del país, ubicado en la parte posterior del convento de San Francisco, en Sucre, con 19 habitaciones, salas y corrales para albergar las asémilas de los viajeros.
En 1908 nació la Dirección General de Sanidad Pública. También aparecieron las jefaturas departamentales, encargadas de atender las regiones de Bolivia. Estas instancias emergieron de la ley aprobada por el Congreso Nacional y sancionada por el Gobierno de Ismael Montes. El reglamento de esta norma fue promulgado el 7 de mayo de 1909.
En esta ley y reglamento se daban pautas para el “control de enfermedades, divulgación de conocimientos higiénicos” control de la “higiene urbana en escuelas, oficinas, industrias, casas de tolerancia, hoteles, cárceles y cementerios”.
El 21 de octubre de 1902 las autoridades publicaron un decreto que obligaba a todos los habitantes de la República a recibir vacunación y revacunación contra la viruela. La responsabilidad de ejecutar esta orden quedó en manos de la Dirección General de Sanidad y de las oficinas departamentales.
Concordante con esta ley, el 2 de julio de 1929 se dictó un decreto que dividió al país en nueve zonas sanitarias de vacunación coincidentes con el número de departamentos.
Por decreto del 3 de junio de 1940, el Gobierno consideraba ineludible la vacunación antitífica para todos los estantes y habitantes de las ciudades.
El 30 de marzo de 1950 se declaró la obligatoriedad de la inmunización contra la malaria para los habitantes de las regiones con mayor riesgo de expansión del mal. El brote más reciente data de 1985 y se presentó en los Yungas de La Paz.
El decreto del 4 de junio de 1951 estableció la vacunación contra la aftosa.
Esa misma norma expande la salubridad a los animales y ordena vacunar contra la rabia al ganado vacuno.
El 15 de mayo de 1929, el Gobierno organizó la defensa contra el paludismo, y el Decreto del 24 de julio de 1958 puso en vigencia el programa de erradicación de esta enfermedad diseminada por un insecto.
El decreto de 2 de octubre de 1942 estableció el tratamiento forzoso de la lepra y otras enfermedades transmisibles.

-Bibliografía
1. -Balcazar J.M.: "Epidemiología"  Fundación Universitaria "Simón I.Patiño" La Paz 1946
2. - Garrett A.J.:"Historia de la Medicina en Santa Cruz" ; Santa Cruz 1992
3. - "El Cólera" www.colera.htm  marzo 2000
4..-Dubravcic L.A.-"Epidemias en Bolivia" Diccionario Histórico de Bolivia Director Josep M. Barnadas T.I.:788 Edit Tupac Katari Sucre 2002
5.- Saint Loup B. E. Historia de la Medicina 247: Organización Panamericana de la salud La Paz 1991

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