Época Colonial - Real Audiencia de Charcas
Dr. Antonio Dubravcic Luksic
Cuando los españoles llegaron a tierras
americanas, pudieron comprobar que los indígenas no desconocían el arte de
curar. Guiados por el instinto de conservación, los aborígenes aplicaban las
propiedades curativas de las hierbas, las plantas y hasta las vísceras de
ciertos animales, para mitigar los dolores. Con procedimientos primitivos —en
que buscaban la colaboración de la brujería y el fetichismo— aplicaban remedio a
enfermedades desconocidas por los europeos, como las fiebres tropicales, la
disentería y el paludismo. En caso de infecciones o mordeduras de animales
ponzoñosos, acercaban la herida al fuego" hasta que ya no podían soportar el
calor".
En el Imperio Incaico se realizaron difíciles
intervenciones como la trepanación craneana, demostrada en los hallazgos
arqueológicos, el arte de curar entre los indígenas fue siempre muy útil a
curanderos, exorcistas y hechiceros. La superstición del aborigen le permitió
creer en la existencia de espíritus maléficos causantes de las enfermedades.
Desde el punto de vista científico, no puede dudarse que los médicos españoles encontraron en el Nuevo Mundo sencillas y útiles nociones empíricas, surgidas de hombres que vivían en contacto directo con la naturaleza. El hecho es indiscutible —escribió el historiador Furlong— y el encuentro de la medicina europea con la americana no fue un choque sino un abrazo. Ninguna de las dos repudió a la otra, antes se complementaron espléndidamente.
El aporte de la medicina indígena se reflejó en los siguientes progresos científicos:
a) Enriquecimiento de la farmacopea con nuevas drogas, como la jalapa, la quina, la coca, el bálsamo, la poligala, la zarzaparrilla, etcétera.
b) Se imprimieron en España —más tarde en América— textos sobre el empleo de esos medicamentos.
Nueva forma de encarar la terapéutica, hasta esa época sujeta a las doctrinas aristotélicas y galénicas.
d) Fueron enviadas expediciones científicas a las nuevas tierras, la primera de ellas a cargo de un Protomédico General de Indias
Desde el punto de vista científico, no puede dudarse que los médicos españoles encontraron en el Nuevo Mundo sencillas y útiles nociones empíricas, surgidas de hombres que vivían en contacto directo con la naturaleza. El hecho es indiscutible —escribió el historiador Furlong— y el encuentro de la medicina europea con la americana no fue un choque sino un abrazo. Ninguna de las dos repudió a la otra, antes se complementaron espléndidamente.
El aporte de la medicina indígena se reflejó en los siguientes progresos científicos:
a) Enriquecimiento de la farmacopea con nuevas drogas, como la jalapa, la quina, la coca, el bálsamo, la poligala, la zarzaparrilla, etcétera.
b) Se imprimieron en España —más tarde en América— textos sobre el empleo de esos medicamentos.
Nueva forma de encarar la terapéutica, hasta esa época sujeta a las doctrinas aristotélicas y galénicas.
d) Fueron enviadas expediciones científicas a las nuevas tierras, la primera de ellas a cargo de un Protomédico General de Indias
En la época precolombina, los
incas y los aymaras, contaban con medios terapéuticos rudimentarios, pero
efectivos para su tiempo, que con el correr de los años siguen siendo
utilizados, inclusive en nuestros días está reviviendo la costumbre de emplear
muchas plantas medicinales con buenos resultados como preconiza la medicina
callahuaya.(10)
QUECHUAS Y AYMARAS
En el Ckollansuyo, habitaron los “Charcas”, que estuvieron constituidos por los “quillacas”,”sipe-sipes”, “cundu-cundus” “yamparas” y otros grupos, habitantes de las punas y de los valles templados.
Los charcas integraron la nación aymara que por
sucesivas invasiones de los incas, adoptaron gran parte de sus costumbres y su
idioma, de tal manera que el quechua hablado en Chuquisaca tiene un gran
porcentaje de términos de aquella lengua, así tenemos el ejemplo de “Pampa
Yampara” que es de origen aymara (9)
Para el quechua, el origen de muchas enfermedades constituye un misterio, para diagnosticarlas y curarlas se recurría simultáneamente a explicaciones y remedios de tipo cósmico ancestral, incluyendo una rica tradición en el manejo de la farmacopea andina.
El campesino que disminuye los riesgos agrícolas sembrando muchas especies en diferentes lugares y tiempos distintos, actúa con este mismo criterio ante la enfermedad.
Para el quechua, el origen de muchas enfermedades constituye un misterio, para diagnosticarlas y curarlas se recurría simultáneamente a explicaciones y remedios de tipo cósmico ancestral, incluyendo una rica tradición en el manejo de la farmacopea andina.
El campesino que disminuye los riesgos agrícolas sembrando muchas especies en diferentes lugares y tiempos distintos, actúa con este mismo criterio ante la enfermedad.
La concepción
autóctona no distingue entre enfermedades-curaciones, de tipo mágico y otras de
tipo natural; es mucho más unitaria, como un sistema de relaciones entre el
cuerpo, sus varias almas, la sociedad y el cosmos lleno de seres tan vivos y
reales como nosotros, como partes inseparables que componen un todo armónico. La
medicina andina asume una ideología globalizadora de cuerpo y espíritu, persona,
sociedad y cosmos; posee curas naturales, cuidados personales y remedios
rituales que facilitan la respuesta adecuada del enfermo andino.
Yatiri, el brujo o vidente era el que interpreta en las hojas de coca dispersas, no solo las causas de las enfermedades, sino otras situaciones por las que fue consultado. Realizaba el diagnóstico y la curación de todo tipo de desorden físico-psíquico-cósmico (incluidas las enfermedades), por haber sido tocado por el rayo o haber recibido poderes superiores ya desde su nacimiento. Era a la vez médico, adivino y sacerdote, dominaba los recursos rituales, aunque conocía también los naturales. Dentro de estos el jampiri o qulliri (el que cura) estuvo especializado en enfermedades y tuvo un amplio conocimiento de las plantas y otros recursos naturales medicinales.
Los Amautas, sabios de la nobleza incaica, fueron los supervisores de la ciencia, realizaban interpretaciones astrológicas, pronosticaban el tiempo, fueron formados en una escuela en el Cuzco denominada Yanahuasi.
Yatiri, el brujo o vidente era el que interpreta en las hojas de coca dispersas, no solo las causas de las enfermedades, sino otras situaciones por las que fue consultado. Realizaba el diagnóstico y la curación de todo tipo de desorden físico-psíquico-cósmico (incluidas las enfermedades), por haber sido tocado por el rayo o haber recibido poderes superiores ya desde su nacimiento. Era a la vez médico, adivino y sacerdote, dominaba los recursos rituales, aunque conocía también los naturales. Dentro de estos el jampiri o qulliri (el que cura) estuvo especializado en enfermedades y tuvo un amplio conocimiento de las plantas y otros recursos naturales medicinales.
Los Amautas, sabios de la nobleza incaica, fueron los supervisores de la ciencia, realizaban interpretaciones astrológicas, pronosticaban el tiempo, fueron formados en una escuela en el Cuzco denominada Yanahuasi.
Los Kallawayas, alcanzaron su apogeo en las
prácticas médicas, es posible que existieron como un grupo especializado mucho
antes, la primera referencia que se tiene corresponde al siglo XVIII, en los
escritos de Guaman Poma los menciona diciendo: “llevaban resinas aromáticas,
incienso, quinina, yerbas medicinales, recorrían todo el territorio del
virreinato, restituyendo la salud con la juiciosa aplicación de mezclas de
yerbas y virtudes específicas a diversas enfermedades” (6)
Cada kallawaya conocía entre 300 a 350 especies
vegetales diferentes, la división entre plantas calidas y frescas, las primeras
se utilizaron para sacar el calor, tratar la fiebre, provocar sudores, curar las
insolaciones; las segundas se utilizaron para tratar las fiebres menores,
debilidades, anemias, enfriamientos musculares etc. Su utilización
simultáneamente en las prácticas médicas mágicas y rituales tanto por los
quechuas como por los aymaras (5)
A finales del siglo XVIII circularon en Charcas
libros manuscritos que describían las propiedades curativas de las plantas y
animales, en 1769 se escribió un manuscrito que recopiló diversos conocimientos
de la medicina indígena, escrito por el médico Martín Melgar, dicho manuscrito
fue publicado en 1943 por Don Gunnar Mendoza, Director del Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (6). Las medicinas se vendían en los mercados por los
mercachifles, conocidos con el nombre de khapachaquis, en esos puestos de venta
se encontraban las yerbas medicinales: copal. romero, manzanilla, cascarilla y
los tres minerales que encierran el alumbre nativo.
La coca (ccoca
o kuka) es utilizada desde la mas remota antigüedad, ¿Cuándo se la
descubrió?, es una interrogante que ha quedado en el misterio. Una leyenda hace
coincidir la aparición de la coca con las alteraciones geológicas que se
produjeron en el macizo andino del continente. Khuno, el señor de la tempestad,
del rayo y del trueno, se volvió celoso y egoísta por el poder que ostentaban
los auquis (consejeros ancianos) y los jilakatas (jefes o capataces) para
disponer la quema de los bosques, ello desato la furia de Khumo que envió a la
tierra rayos truenos, relámpagos, tormentas con lluvias y granizo, asolando los
sembradíos. Los pobladores sobrevivientes deambularon en busca de alimentos,
encontraron el arbusto de la coca, provistos de ese hallazgo pudieron sobre
llevar sus necesidades, a esa planta le pusieron el nombre de kukka, le
atribuyeron diferentes cualidades sagradas, por esa razón su consumo en
principio fue solo autorizado en los rituales religiosos y grandes
festividades, era de tanta estimación la hoja, que solo la conocían los reyes y
nobles… a los plebeyos les era prohibido su uso sin licencia del Inca (3). Ramas
de coca ceñían la frente de los héroes, adornaban sus altares, los adivinos
usaban las hojas de coca para pronosticar la ventura o la desgracia, a decir de
Gracilazo de la Vega “echavan la yerba llamada cuca, como diziendo que la
ofrescian a la Pachamama lo mas preciado que llevaban”(2).
Los conocimientos empíricos sobre la utilización de yerbas y demás menjurjes, fueron el fruto de una largísima práctica, con éxitos y desengaños, que a través del tiempo pasaron a integrar el acervo de la sabiduría de los hechiceros y curanderos. (6)
Los conocimientos empíricos sobre la utilización de yerbas y demás menjurjes, fueron el fruto de una largísima práctica, con éxitos y desengaños, que a través del tiempo pasaron a integrar el acervo de la sabiduría de los hechiceros y curanderos. (6)
Louis Girault,(8) ciudadano francés, que falleció
en La Paz, publico un libro intitulado “Guerisseurs Iterants des Andes”, en esas
observaciones Girault, se refiere al uso sistemático de una farmacopea vegetal,
constituye una de las colecciones de plantas mas grande del mundo, relacionada
con los principios activos de las plantas, la constatación del uso de mas de 980
especies botánicas, el conocimiento de los efectos farmacológicos, así como la
clasificación, los métodos de recolección y el uso del nombre de las plantas
tanto en quechua (khesbwa) y aymara, implica una larga traición de empirismo
médico que emergió en el devenir de la Colonia en el siglo XVII, como una
necesidad para llenar un vacio
El alcohol,- Los habitantes del continente
americano, utilizaban una variedad de bebidas alcohólicas, entre ellas la mas
conocida la chicha en base a la fermentación de la harina de maiz. El Padre
Acosta manifiesta “No les sirve a los indios el maíz solo de pan sino también
de vino, porque de él hacen sus bebidas, con que se embriagan. El vino de maíz
en el Pirú se llama azúa, en el Alto Perú akha”. En las tumbas antiguas
(chullpas) no faltan los vasos de arcilla con huellas de chicha y las mazorcas
de maiz junto a las hojas de coca para alimentar al difunto en la otra vida (2)
Las trepanaciones realizadas por las culturas Pre
Colombinas en los territorios de nuestra América Latina, fueron efectuadas por
la cultura Tiwanakota, siglos antes de la cultura Incaica. Esta se desarrolló
aproximadamente a partir de 1300 hasta su caída con la captura de Atahuallpa por
Pizarro en 1532, y algunos autores atribuyen equivocadamente la autoría de las
trepanaciones a los Incas, ya que por estudios realizados en diversas piezas
arqueológicas y la cerámica, se ha establecido con absoluta certeza que estas
prácticas se remontan a los primeros periodos de la cultura y civilización de
Tiwanaku, establecida en los territorios que actualmente ocupan parte de Bolivia
y del Perú. Por todos los datos obtenidos estamos convencidos que esta practica
se llevo a cabo en vida de los sujetos, por la presencia de signos de
regeneración ósea que se perciben examinando los bordes de las craneotomías,
pudiéndose apreciar la sustitución de los alvéolos de la capa esponjosa del
diploe por el tejido compacto, lo que demuestra en forma contundente un proceso
de osificación. Esto nos prueba que las trepanaciones fueron seguidas de una
sobrevida más o menos prolongada (1).
En la antigua practica de deformación de los
cráneos, Pachacutec Inca Manco Cápac. ordeno que se amarre la cabeza de los
niños recién nacidos para que crezcan con deficiencia mental, ya que los indios
con cabeza grande y redonda eran muy emprendedores y muy desobedientes. Les
interesaba que las gentes tengan la cabeza larga y deformada para que sean
obedientes (2)
La Cirugía, a decir de Gracilazo de la Vega “los
españoles al pisar tierra americana, comprobaron que la medicina en general y la
cirugía en particular, eran superiores a las de ellos. El mismo Hernán Cortés
prefirió hacerse curar una herida de la cabeza con un indígena, antes que con
sus coterráneos” (5)
La anestesia no era desconocida, un procedimiento
práctico fue la alcoholización, muchas operaciones fueron realizadas bajo el
efecto del alcohol: perforaciones de las orejas, amputaciones, trepanaciones del
cráneo etc. Practicaban las sangrías, el objeto no fue precisamente eliminar la
sangre, sino el dolor y otros fenómenos locales. Utilizaban diferentes
instrumentos: espinas, huesos, dientes, el mas utilizado fue la lanceta o punta
de pedernal. Una de las indicaciones corrientes de las sangrías era las
cefaleas. En casos de congestión visible de la cara o del alcoholismo agudo, la
indicación era la sangría urgente.
Las heridas fueron suturadas con cabello humano o
fibras vegetales, mediante agujas de madera o hueso
Bibliografía
1.- Alvarado Ramiro “Trepanaciones y
deformaciones craneales en Tiwuanaco” http://www.revistamedica.8m.com/histomed120B.htm
2.- Balcazar Juan Manuel “Historia de la Medicina en Bolivia”, Edición “Juventud” La Paz 1956).
3- Cobo Bernabé, “Historia del Nuevo Mundo”
4.- Antonio Escorza http://www.lagranepoca.com).
5.- Gracilazo de la Vega, Inca “Comentarios Reales de los Incas” Buenos Aires 1943
6- Guaman Poma de Ayala “Nueva crónica y Buen Gobierno” México 1930
7- Rodríguez Rivas Julio. “Médicos y Brujos en el Alto Perú” Edit Los Amigos del Libro Cochabamba 1989)
8- Girault Louis, Kallawaya” París 1984 (reimpresión)
9.-Marquiegui Jose María “Resumen historia del Ckollansuyo, Charcas, hoy Bolivia”. Edit Salesiana Sucre 1938
10.- Sánchez Jaime “Contribución a la Historia a la Medicina Chuquisaqueña” Arch. Bol de Med. 24; 1985
2.- Balcazar Juan Manuel “Historia de la Medicina en Bolivia”, Edición “Juventud” La Paz 1956).
3- Cobo Bernabé, “Historia del Nuevo Mundo”
4.- Antonio Escorza http://www.lagranepoca.com).
5.- Gracilazo de la Vega, Inca “Comentarios Reales de los Incas” Buenos Aires 1943
6- Guaman Poma de Ayala “Nueva crónica y Buen Gobierno” México 1930
7- Rodríguez Rivas Julio. “Médicos y Brujos en el Alto Perú” Edit Los Amigos del Libro Cochabamba 1989)
8- Girault Louis, Kallawaya” París 1984 (reimpresión)
9.-Marquiegui Jose María “Resumen historia del Ckollansuyo, Charcas, hoy Bolivia”. Edit Salesiana Sucre 1938
10.- Sánchez Jaime “Contribución a la Historia a la Medicina Chuquisaqueña” Arch. Bol de Med. 24; 1985
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