miércoles, 13 de enero de 2016

LOS PRIMEROS JESUITAS EN LA PLATA CAPITULO I

LOS PRIMEROS JESUITAS EN LA PLATA

En el año de 1574, con el objeto  de organizar el Virreinato del Perú, llegó a la ciudad de La Plata el Virrey don Francisco de Toledo acompañado de su séquito, como asesores teológicos, a los primeros jesuitas que llegaron a esta ciudad: los padres Jerónimo Ruiz de Portillo y Juan de la Plaza. Posteriormente, arribaron a la ciudad los padres José de Acosta y Luis López, en sus dos primeros meses de estadía, se dedicaron a impartir los ministerios propios de la Orden: prédicas, ejercicios espirituales, acompañamiento espiritual y confesiones. Posteriormente se trasladaron a Potosí, donde formaron un equipo apostólico que dio grandes frutos tanto entre españoles como entre indígenas, de tal manera que ante el pedido de la población se fundó un colegio en 1577. (6)  

Fundación del Colegio de Santiago Apóstol (22 de febrero de 1621)
En el año 1591, el trabajo  que realizaron  los Padres Manuel Vásquez y Antonio Vega, despertó en  la Villa en La Plata el clamor popular con el objeto de exigir una permanencia estable y definitiva de los jesuitas en la ciudad. El Cabildo secular haciendo eco de la solicitud  de los pobladores realizó su petición formal a la Real Audiencia, para que en ejercicio del Real Patronato dé su aprobación y encomiende a su Procurador la ejecución del trámite. Sin embargo, ante la idea de que pudiera establecerse una nueva orden religiosa en la ciudad, se produjo una férrea oposición de los cuatro conventos de las órdenes religiosas más antiguas y de sus sectores afines.

Gracias al apoyo de don Alonso de Cepeda, Presidente de la Audiencia, los oidores de ambos cabildos: el secular y el eclesiástico, así como  decididos amigos, allanaron  los inconvenientes. Así,  a mediados de 1591, se fundó el Colegio de la Compañía de Jesús  en la Plata, con el nombre del Apóstol Santiago el Mayor, institución que estará marcada, hasta el final de sus días, por dos principales objetivos: el apostolado y la misión con los indígenas por una parte, el apostolado y la misión intelectual  con los españoles, por otra.

 Labores  apostólicas  y  docentes
Durante el siglo XVII el Colegio de Santiago, parecía una “colmena de varones apostólicos”, pues los miembros de la comunidad jesuítica estuvieron  abocados a una intensa actividad de evangelización de los indígenas a través de las cofradías del Niño Salvador, los sermones públicos, las misiones rurales y las misiones entre infieles.
El sector español fue atendido por intermedio de las congregaciones marianas, las prédicas, las misiones urbanas sobre todo, con la labor docente y académica(7)

A principios del siglo XVII los miembros de la esta comunidad, volcaron  sus intereses para atender al numeroso colectivo humano de los esclavos africanos afincados en la ciudad. Organizaron  una cofradía similar a  la de los indígenas. En la década de los años veinte y treinta este ministerio cobró nuevos ímpetus con la llegada del prestigioso  padre Diego de Torres Bollo, quien  a pesar de su avanzada edad y después de su gigantesca obra de organización en la Provincia del Paraguay y de sus Reducciones, terminó sus años apostólicos en la capital de los Charcas.

Desde el inicio, el Colegio de Santiago se constituyó en una institución dedicada a la educación. Las primeras letras que impartieron a los niños, se llamó la “decuria”, normalmente estuvo a cargo de algún jesuita estudiante. El  Colegio también ofreció a la juventud la formación en gramática y humanidades que se llamó “latinidad”. Estos estudios tuvieron un nuevo impulso, cuando a partir de 1606, durante el rectorado del padre Juan Frías de Herrán, se acomodaron las nuevas directrices de la Ratio Studiorum, establecidas en todos los centros educativos de la Compañía de Jesús.
Por su parte, la Cofradía de los indios llamada del Niño Jesús participó de este sistema de educación, al disponer de su propia escuela donde se enseñó a los niños, hijos de los cofrades, letras, cuentas y música.

Fundación del Colegio Real de San Juan Bautista (10 de abril de 1621)
Los antecedentes de la fundación de San Francisco Xavier revelan que el “Colegio Real de San Juan Bautista”  fue el principal precursor para que los religiosos jesuitas fundaran en 1624 la ilustre Universidad que desde la época de Audiencia de Charcas, hasta el día de hoy es reconocida por su prestigio académico y motor  fundamental de la economía local de Chuquisaca.
 
El año 1621, vecinos, caballeros y personas más principales de la ciudad de La Plata habían pedido fundarse en ella un colegio de estudiantes para que en él se críen en letras y virtud los hijos de los caballeros de aquella república y comarca.(7)

El 10 de abril de ese año, a solicitud del procurador general de la Compañía de Jesús, padre Alonso Fuertes de Herrera, y a nombre del sacerdote Juan de Frías y Herrán, el virrey Joseph de Cáceres y Ulloa dio el título de “Colegio Real del Señor de San Juan Bautista” al colegio de los jesuitas en La Plata.

Dos  cátedras de estudios superiores.
Lo que dio mayor relevancia a los estudios en el Colegio de Santiago, fueron las dos cátedras que se pusieron al servicio de la formación del clero de la arquidiócesis platense.
La más antigua fue la de “Lengua Índica” que se estableció para responder a las exigencias de las disposiciones reales (8) y al mandato  de los Concilios Limenses que obligaban  a los aspirantes al sacerdocio y a los candidatos a los cargos de párrocos o doctrineros a mostrar suficiencia y dominio de las lenguas de los indígenas.
A partir de 1593, y durante treinta años, la Cátedra de Lengua Índica estuvo a cargo del padre Diego de Torres Rubio, quien escribiendo  gramáticas y vocabularios en Aimara, Quechua y Guaraní puso las bases de esta cátedra que tuvo un brillante desarrollo hasta la expulsión de la Compañía en tiempos de Carlos III (Agosto de 1767).(8)
Luego de siete años de  vacancia de su sede,  el Arzobispado de La Plata, en fecha  18 de Octubre de 1610, recibió al primer  Arzobispo don Alonso de Peralta, quien al percatarse de la realidad de su grey descubrió la triste situación de la evangelización de los indígenas y la débil atención pastoral a los  feligreses.
 
El 23 de Septiembre de 1580 desde Badajoz el Rey Felipe II envió a la Audiencia de Charcas una Cédula Real en la que disponía la creación de una Cátedra de Lengua General en el sitio más adecuado donde se hallase “la persona más inteligente de la lengua general de los indios” para que la “leyese”. Al mismo tiempo encargaba a los Obispos de la jurisdicción de Charcas no ordenen a los que ignoren la lengua de los indios y que, más bien, dicho conocimiento sería mérito a tener en cuenta a la hora de conceder beneficios, que los curas que tuviesen doctrinas sin saber el idioma debería cursar las lecciones, aprobar examen de suficiencia y presentar certificado que lo acredite, caso contrario los beneficios de las doctrinas de las que gozaban quedarían vacantes, etc.

Una de las mayores causas de ese abandono, fue la escasa formación de los párrocos para subsanar el mismo, buscó el apoyo del Colegio de los Jesuitas,  y dispuso  la fundación de  la segunda de las cátedras: de Teología Moral y Casos, iniciando  sus lecciones en 1611, con  la participación de cuarenta oyentes, todos  ellos clérigos de la Arquidiócesis.
El primer Arzobispo de la Villa de La Plata, planteó la necesidad de fundar  una Universidad en Chuquisaca. Tres años  antes, en 1607 los colegios “de arriba” (entiéndase de la Audiencia de Charcas) de la Compañía de Jesús del Perú, presentaron al Padre General en Roma un extenso y muy ponderado postulado para que dichos colegios puedan acoger un noviciado en “estudios” (formación superior) y en Teología para los estudiantes jesuitas criollos de la región, con la posibilidad de recibir alumnos externos. Los fundamentos de esa representación tomaron en cuenta  las distancias que existían para llegar a Lima, lo nocivo del clima de esa ciudad, y la necesidad de formar personas que sirvan a su tierra. (9)

Se planteó la necesidad de crear una Universidad en Chuquisaca
En 1613, la Audiencia de Charcas, elaboró  un memorial,  enviado  al Rey, en él se justificaba la necesidad de fundar una universidad en la ciudad de La Plata. En 1606  se dispuso que  el Obispado se convierta en  Arzobispado, se dispuso   que la  ciudad  de La Plata, sea la  sede Metropolitana. Esa  iniciativa despertó el apoyo de los vecinos y del Arzobispo, que vieron   la necesidad de contar con un centro de formación para los estudiantes del distrito de Charcas y de las gobernaciones del Paraguay  y de Tucumán. Así se evitaría a los estudiantes el traslado penoso de 330 leguas desde Charcas, y más de 800 leguas desde Tucumán y del  Paraguay, hasta Lima donde “con la diferencia de los temples enferman y mueren” (9).
 
Del Colegio Real de San Juan Bautista, a la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca.
Don Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, Gobernador y Capitán General de reinos y provincias del Alto Perú, mediante provisión de 10 de abril de 1621, ordenó  la fundación de un plantel educativo con la categoría de Colegio Real al que llamó  San Juan Bautista.

Fundación de la Universidad de San Francisco Xavier. (27 de marzo de 1624)
Al respecto el  historiador Valentín Abecia señala que: (10)

“En el documento titulado Patente de la fundación de la universidad, el padre Juan de Frías Herrán, como prepósito y provincial de la Compañía de Jesús en el Perú, dijo que con la universidad los jesuitas deseaban mostrar el amor que su orden tenía por la ciudad de La Plata dando a sus hijos doctrina y letras con las que vivan virtuosamente y oficio, erijo, establezco y fundó en nuestro colegio ­­­ de esta ciudad de La Plata una Universidad, para que los estudiantes que cursen en ella o hubieran estudiado en los demás colegios de estos reinos y provincias del Perú puedan ser y sean graduados de bachilleres, licenciados, maestros y doctores en las facultades que cursasen... Nombró por rector de la Universidad al padre Luis de Santillán. Nombró por cancelario y prefecto de estudios al padre Ignacio Arbieto, por ser puedan ser honrados, aprovechados y sujetos de grandes esperanzas.
Declaró solemnemente: Por la autoridad que nos está concedida por la Bula Apostólica (de Gregorio XV) y Privilegio Real (de Felipe Tercero), con las provisiones de los señores virreyes y decreto de la Real Audiencia de Charcas y usando asimismo de la facultad de mi sujeto consumado en letras, que ha enseñado Teología muchos años en nuestro colegio de Lima. Instituyo seis cátedras: Cátedra de Prima, a cargo del padre Ignacio de Arbieto; Cátedra de Vísperas, a cargo del padre Francisco Lupercio, cuyas letras, virtud y ejemplo son notorios en la ciudad. Cátedra de Teología Moral, a cargo del padre Miguel de Salazar, persona muy docta y de toda satisfacción; Cátedra de Artes, a cargo del padre Ferdinando Reiman, cuyas letras y modo de enseñar son conocidos y notorios en nuestra provincia; Cátedra de Mayores y Humanidad, a cargo del padre Federico Tornabona, eminente y consumado no solo en letras humanas, sino en divinas y en todas las ciencias.
 Cátedra de Medianos y Menores, a cargo del padre Francisco de Morales, teólogo consumado...
 
          "La universidad tendrá por patrón a nuestro glorioso padre San Francisco Xavier, nuevo apóstol de la India, y    llevará su nombre para que con su patrocinio y amparo el aprovechamiento de los estudiantes sea lo que yo deseo, para mayor gloria de Dios Nuestro Señor y ensalzamiento de su santo y bendito nombre e IHS... San Marcos de Lima”.
“... Y en esta forma, dejo fundada la Universidad y Colegio Real anexo e incorporado...”

En uso de la autoridad concedida por Bula Apostólica y Privilegio Real, con las provisiones de los Señores Virreyes y Decreto de la Real Audiencia, primero se nombró al Rector de la Universidad y  luego al
Cancelario y al Prefecto de los Estudios, designación  que recayó en el Padre Ignacio de Arbieto  por contar con el aval de haber sido durante muchos años catedrático de Teología en Lima.

En 1621 el padre Juan Frías de Herrán, Provincial de la Compañía de Jesús en el Perú, antiguo rector del Colegio de Santiago de la Plata, fundó dos colegios para hijos de familias nobles: uno  en esta ciudad Sede de la  Audiencia de Charcas: el “Real Colegio Convictorio de San Juan Bautista” y otro en el Cusco: el “Real Colegio de San Bernardo”. En esa oportunidad se inició las gestiones ante el Papa y el Rey, para que la Compañía de Jesús en el Perú concediera  a los estudiantes de sus colegios grados superiores: el de bachiller, licenciado, maestro o doctor.
Con este apoyo, y en virtud a la bula de S. Gregorio XVI del 9 de Julio de 1621, mediante cédulas reales de 2 de Febrero y 26 de Marzo de 1622, se ordenó que en  la diócesis que tuviesen colegios jesuíticos, a más  de 200 millas de una universidad pública, los obispos autorizaran el otorgar los grados de bachiller, licenciado, maestro y doctor en filosofía y teología, con valides en todas las universidades de América y Europa. 
El padre Frías Herrán decidió crear dos nuevas universidades en Cusco y en La Plata. En febrero de 1623 en el Colegio de la Transfiguración de la antigua Capital del Tawantinsuyo fundó la “Universidad de San Ignacio de Loyola” con las lecturas de las Bulas papales y las Cédulas reales correspondientes. Un año más tarde, el mismo padre Provincial en  una visita a la sede de la Audiencia de los Charcas, el 27 de marzo de 1624, en el “Colegio del Señor Santiago Apóstol” hizo lo propio, dando por fundada la Universidad de San Francisco Javier.
   
Posteriormente 15 de Abril, con toda solemnidad, en el aula con artesonado dorado del Colegio de Santiago, el padre. Juan Frías de Herrán, en presencia de los Alcaldes ordinarios de la ciudad y del Cabildo, mandó a colocar las bulas, las cédulas, las provisiones del Virrey, un Auto de la Real Audiencia y una orden suya con la primera lección de la Universidad. En  esa ocasión el padre Federico Tornabono, maestro de Mayores, pronunció una oración latina haciendo elogio de los estudios que se inauguraron para el bien de estas  provincias “gracias a Su Santidad y a Su Majestad”, y posesionaron los maestros en las cátedras de artes.

Al padre Gonzalo Lira, miembro de la comunidad, se le pidió incorporar la patente a los prebendados de la Catedral - al Deán le competía graduar o incorporar– así se tenía  al claustro completo. El 31 de Junio, en la iglesia de Santiago, se otorgaron  los  primeros grados al Dr. Pascual Peroches Maestrescuela de la Catedral –con 14 o 15 maestros- y doctores ya incorporados.
En virtud de la Bula, se concedió  el grado de doctor al Licenciado Lorenzo López Barriales, ex alumno del Colegio.

El régimen de la Universidad
El padre  Provincial dispuso que el Rector del Colegio, como se usaba en la Compañía de Jesús, el padre Luis de Santillán ejerciera su autoridad en la Universidad, y el cargo de Prefecto lo desempeñará el padre Ignacio de Arbieto, la Cátedra de Prima de Teología la dictará este mismo padre, la de Vísperas de Teología la ofreciera el padre Francisco Lupercio, la de Teología Moral  la enseñará  el padre  Miguel de Salazar, la de Artes la brindará el padre. Ferdinando Reiman, la de Mayores y Humanidades el padre Federico Tornabono y la de Medianos y Menores el padre Francisco de Morales. Así, en las nuevas cátedras se mantuvo la de antigua de Moral, lo mismo aconteció con la de “Lengua Indica” que se mantenía   a cargo del eminente lingüista padre Diego de Torres Rubio.
La Universidad tenía que contar con un Cancelario, normalmente le correspondida al Arzobispo, o en tiempos de ausencia, el Deán de la Catedral, debía aprobar las decisiones que tomaba el Rector sobre asuntos institucionales y conferir  grados.

El Claustro de la Universidad fue  una instancia compuesta por los maestros y doctores de la Universidad que recibieron los exámenes de grado. El Rector fue el Superior de la comunidad de los jesuitas y ejerció el
cargo de “gobierno absoluto” sobre el Colegio y la Universidad, fue designado por el padre Provincial de la Compañía de Jesús.

 El padre  Prefecto de Estudios supervigiló el régimen académico sobre alumnos y catedráticos. El Secretario custodió el archivo y el arca; refrendaba escritos, actuaciones y testimonios.

El Receptor fungía como procurador de los bienes y recogía multas, propinas y derechos de grados. Finalmente dos bedeles en turnos semanales  supervisaron  el aseo, la disciplina y la distribución de horarios.

Los grados se  otorgaron, cuando los alumnos hubieran aprobado con mérito las cátedras del curso. Con tres puntos aprobados se graduaba un bachiller. Un bachiller con el respectivo puntaje y un curso más como pasante. Con un curso más se graduaba un maestro de artes. Con la facultad de Artes o Filosofía vencida y con cuatro cursos de la carrera se graduaba un bachiller en Teología. Con estos mismos estudios más dos cursos como pasante se graduaba un licenciado en Teología. Finalmente el doctor en Teología debía defender una tesis.

 
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(7) Abecia Valentín Historia de Chuquisaca pág. 174; Sucre  1939(8) El 23 de Septiembre de 1580 desde Badajoz el Rey Felipe II envió a la Audiencia de Charcas una Cédula Real en la que disponía la creación de una Cátedra de Lengua General en el sitio más adecuado donde se hallase “la persona más inteligente de la lengua general de los indios” para que la “leyese”. Al mismo tiempo encargaba a los Obispos de la jurisdicción de Charcas no ordenen a los que ignoren la lengua de los indios y que, más bien, dicho conocimiento sería mérito a tener en cuenta a la hora de conceder beneficios, que los curas que tuviesen doctrinas sin saber el idioma debería cursar las lecciones, aprobar examen de suficiencia y presentar certificado que lo acredite, caso contrario los beneficios de las doctrinas de las que gozaban quedarían vacantes, etc.
(9) Memorial de la Audiencia de Charcas a S.M. sobre la Universidad y otras cuestiones. Plata, 28 de Febrero de 1613. 2fls. AGI Charcas 19. En el mismo memorial se destaca la utilidad de los miembros de la Compañía de Jesús que “son de gran provecho para la policía cristiana y bien de las almas” y se pide puntualmente apoyo para la comunidad de Santa Cruz de la Sierra donde viven en gran necesidad.
(10) Abecia Ibídem
 

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